Durante los últimos años, el ayuno intermitente ha tomado fuerza de nuevo, tal cual como se hacía en la época de nuestros antepasados. Ganando cierta popularidad como estrategia para perder peso, mejorar la sensibilidad a la insulina, estimular la autofagia celular, potenciar la salud metabólica, y poner al cuerpo en estado de descanso y desconexión para reparar todo aquello que necesita reparar, entre muchos otros beneficios más. Sin embargo, siempre surge la duda de que si es una práctica ancestral tan buena, entonces debería ser practicado por los niños también.
En una actualidad donde los índices de obesidad infantil siguen aumentando al igual que ciertas condiciones en la salud como resistencia a la insulina por ejemplo, cada vez son más las familias que buscan estrategias efectivas para mejorar la salud de sus hijos.
En redes sociales y plataformas digitales no es raro encontrar recomendaciones para que los niños “desayunen más tarde” o se “acostumbren a comer menos vece...
Por décadas nos han recomendado comer tres veces al día, o incluso más, como la norma ideal para la salud. Esto, debido a la falsa creencia de que comer varias veces al día o a cada rato aceleraría el metabolismo… ¡Vaya trabajo, estrés y presión en el que pondríamos al cuerpo!
Para muchas personas, desayuno, almuerzo y cena se presentan como pilares incuestionables del bienestar, complementados muchas veces por snacks o pequeñas comidas en medio para “mantener activo el metabolismo”. Pero, ¿alguna vez nos hemos detenido a cuestionar si esta estructura es coherente con la biología humana? ¿De dónde surge realmente la idea de comer tres veces al día? ¿Y qué efectos tiene, en términos metabólicos y circadianos, obligar al cuerpo a fraccionar constantemente su actividad digestiva?
Históricamente, el patrón de tres comidas diarias no es un mandato biológico, sino algo que se ha ido construyendo de forma cultural relativamente reciente. Antes de la revolución industrial, los seres h...
“Evita los productos ultraprocesados” es una frase bastante repetida a nivel mundial especialmente por profesionales e incluso influencers. Sin embargo, a pesar de ser muy puntual, se queda bastante amplia y ambigua para muchos. Por ejemplo, afirmar que “la grasa es mala” o que “los productos light no son dañiños” ha contribuido más a la confusión que a la solución. Por eso, es que es necesario poner sobre la mesa las verdaderas diferencias entre un producto procesado que podría formar parte de una alimentación óptima y un producto ultraprocesado que, en realidad, nunca debió entrar al sistema alimentario humano.
Los productos ultraprocesados, son formulaciones industriales que contienen ingredientes de uso exclusivamente industrial: aislados proteicos, mezclas de aceites vegetales, jarabe de glucosa, almidones modificados, saborizantes, colorantes, edulcorantes artificiales, entre muchos otros, y que han sido diseñados no para nutrir, sino para crear dependencia, durar años en est...
Algo que a la mayoría nos interesa es llegar a viejos sintiéndonos sanos y libres de enfermedades, pero sobre todo, nos interesa seguir sintiéndonos jóvenes y con buena calidad de vida.
La longevidad no es solo una cuestión de genética, sino de decisiones diarias que optimizan la salud a nivel celular. Si de Nutrición Moderna hablamos, el envejecimiento saludable ya no se trata solo de evitar enfermedades, sino de potenciar la vitalidad, la función cognitiva y la resistencia física a través de estrategias correctas y sostenibles en el tiempo.
Entre dichas estrategias para “desacelerar” el envejecimiento podríamos mencionar: la alimentación ancestral o ceto-carnívora, la exposición solar, la terapia de luz roja, la terapia de frío y la modulación de las frecuencias electromagnéticas, etc. Estas prácticas han demostrado ser clave para mantener la salud y la energía, la claridad mental y la funcionalidad muscular.
La alimentación ancestral (como comían nuestros antepasados), c...
En la era moderna, vivimos desconectados de los ritmos naturales que han regulado la biología humana durante muchos de años. La exposición constante a luz artificial, el uso excesivo de dispositivos electrónicos y con esto la exposición a las frecuencias electromagnéicas y una alimentación basada en productos ultraprocesados y con horarios alterados, sumamente desincronizada con el ciclo circadiano natural, han afectado profundamente nuestra salud metabólica, hormonal y mental.
El ciclo o ritmo circadiano es como un reloj biológico interno que regula los procesos fisiológicos en un período de un día compelto (aproximadamente 24 horas). Está sincronizado con el patrón o ciclo de luz-oscuridad y controla funciones como:
Cuando este ritmo se ve alterado por malos hábitos de sueño, exposic...
Durante años se ha creído que el azúcar es el causante del sobrepeso, obesidad y diabetes. Y, aunque si bien es cierto, también es la causa primaria de la mayoría de enfermedades. Desde dolores de cabeza recurrentes, hasta problemas más serios y graves de salud. Si a esto le sumamos la poca o nula exposición al sol, más hábitos inadecuados, tendremos el escenario perfecto como antesala para la presencia de enfermedades modernas a presente y futuro.
Viéndolo de otra manera, el consumo excesivo y poco regulado de alimentos que contienen azúcar, genera múltiples desórdenes metabólicos, neuroinflamación crónica y adicción. ¡El azúcar funciona como una droga!
El problema es que la mayoría de las personas no es consciente del daño que esto causa en nuestra vida. El simple hecho de mantener un “balance” en lo que comemos, para muchos, es la excusa perfecta para permitirse esos alimentos ultra-procesados altos en azúcares añadidos por la simple y sencilla razón de que han estado comiendo bi...
No, no lo es. Sin embargo, es algo que cada vez se va haciendo más fuerte como filosofía de vida en muchas personas alrededor del mundo.
La Nutrición Moderna está avanzando rápidamente, desafiando mitos tradicionales, replanteando lo que realmente significa comer y vivir de manera saludable y transformando la vida de muchos. Basándonos en el hecho de que nuestros antepasados vivieron por muchos años llenos de salud, las razones por las cuales creer e implementar la Nutrición Moderna en nuestra vida, cada vez se hacen más obvias. Basta con empezar a rescatar algunas prácticas ancestrales en este mundo moderno para librarnos de todas aquellas enfermedades igual de modernas.
Además, en un mundo saturado de información contradictoria al alcance de nuestras manos, es necesario saber diferenciar entre recomendaciones basadas en evidencia clínica y ciencia y estrategias que solo benefician a la industria alimentaria.
Hace falta aprender a escuchar más nuestro cuerpo para saber que...
Cada día, sin darnos cuenta, estamos expuestos a metales pesados tóxicos como mercurio, arsénico, plomo y cadmio a través del agua, los alimentos y el ambiente. Aunque parezca inofensivo, la acumulación de estos elementos en nuestro cuerpo ha sido vinculada con enfermedades neurodegenerativas, alteraciones hormonales y problemas metabólicos.
Lo preocupante es que estos metales no solo provienen de la contaminación industrial, sino que también están presentes en alimentos comunes, utensilios de cocina e incluso en productos de cuidado personal.
El cuerpo humano no tiene mecanismos eficientes para eliminar metales pesados de forma natural, lo que provoca bioacumulación y una serie de efectos adversos en la salud. Estudios recientes han demostrado que la exposición crónica a estos elementos está relacionada con:
Cada día, millones de personas consumen alimentos ultra-procesados sin revisar lo que están consumiendo y sin cuestionar sus efectos en la salud. Pero, ¿qué pasa cuando vemos que estos productos no solo están vinculados a la obesidad, sino también a enfermedades metabólicas complejas y severas, inflamatorias e incluso neurológicas? ¿Estamos frente a un problema de salud pública que está siendo ignorado?
En la última década, la relación entre los alimentos ultra-procesados y enfermedades crónicas ha sido objeto de estudio en el ámbito de la nutrición moderna. Actualmente podemos encontrar al alcance de nuestras manos muchísima evidencia científica que demuestran que el consumo frecuente de estos productos está directamente asociado con un mayor riesgo de enfermedades modernas.
Lo más preocupante de estos productos, es que no se trata solo de “calorías vacías” como muchos promueven. Aditivos como emulsificantes, edulcorantes artificiales, aceites hidrogenados y conservantes han...
En un mundo donde las enfermedades modernas han ido en aumento, la verdadera pregunta no es cuánto tiempo viviremos, sino cómo asegurarnos de dos cosas muy sencillas: llevar una vida libre de enfermedades modernas y mantener una buena calidad de vida, energía y bienestar.
La longevidad no se limita a la genética, está profundamente influenciada por el estilo de vida, la nutrición y la conexión con el entorno natural, entre muchas otras cosas más. De hecho, pequeños ajustes en nuestra alimentación, hábitos y rutinas diarias pueden marcar la diferencia entre un envejecimiento acelerado y una vida plena y saludable y con más años por delante.
Las características son comunes, personas que vemos ahora mismo que han alcanzado 100 años de vida; afirman que entre sus hábitos saludables no cenaban o cenaban muy temprano, tenían un buen sueño y cuidaban su alimentación. Además de eso, hay un factor importante y clave: antes no había tanta exposición a pantallas (TV, computadoras, tablets...