Algo que a la mayoría nos interesa es llegar a viejos sintiéndonos sanos y libres de enfermedades, pero sobre todo, nos interesa seguir sintiéndonos jóvenes y con buena calidad de vida.
La longevidad no es solo una cuestión de genética, sino de decisiones diarias que optimizan la salud a nivel celular. Si de Nutrición Moderna hablamos, el envejecimiento saludable ya no se trata solo de evitar enfermedades, sino de potenciar la vitalidad, la función cognitiva y la resistencia física a través de estrategias correctas y sostenibles en el tiempo.
Entre dichas estrategias para “desacelerar” el envejecimiento podríamos mencionar: la alimentación ancestral o ceto-carnívora, la exposición solar, la terapia de luz roja, la terapia de frío y la modulación de las frecuencias electromagnéticas, etc. Estas prácticas han demostrado ser clave para mantener la salud y la energía, la claridad mental y la funcionalidad muscular.
La alimentación ancestral (como comían nuestros antepasados), con especial énfasis en la dieta carnívora, basada en la ingesta de carnes, órganos, huevos y productos de origen animal, ha demostrado ser una estrategia eficaz para mantener la masa muscular, reducir la inflamación y mejorar la función metabólica, entre muchas otras cosas, también ayuda a mantener un peso sano y a alejar enfermedades modernas que surgen con procesos inflamatorios. A medida que envejecemos, la resistencia a la insulina y la inflamación crónica son los principales enemigos de la longevidad, y la dieta carnívora combate ambos problemas de manera efectiva.
Uno de los problemas clave asociados al envejecimiento es la sarcopenia, pérdida de masa muscular y fuerza (muy característica en edades más avanzadas). Sin embargo, una de las medidas que ayuda mucho así como la actividad física, es la ingesta correcta de proteínas animales de alta biodisponibilidad como por ejemplo:
Las grasas de origen animal, muy necesarias si de alimentación ceto carnívora hablamos, son esenciales para la producción y el buen funcionamiento de hormonas, la salud neuronal y la regeneración celular. Grasas como sebo de res, grasa de pato, manteca, mantequilla o incluso ghee, no solo harán que tus comidas salgan más deliciosas, también contribuyen con tu salud en general.
Por otro lado, uno de los factores más ignorado, o mejor dicho, más atacado en la salud y longevidad es la exposición al sol. La luz natural no solo es fundamental para la producción de vitamina D (esencial para la densidad ósea, la función inmunológica y la regulación hormonal), sino que también regula el reloj biológico, mejorando la calidad del sueño y optimizando la función mitocondrial y la producción correcta de energía. Para que esto sea efectivo, se recomienda exponerse al sol sin bloqueador solar, cremas o ropas que cubran todo el cuerpo. Además, ver amanecer y atardecer son también claves en este proceso.
En este sentido, hablando siempre de luz, La terapia de luz roja ha ganado popularidad en el mundo de la longevidad debido a su capacidad para:
Además, la luz roja, es la que más se parece al sol; cosa que no sucede con la luz azul que generalmente tenemos para iluminar en casa o con la luz emitida por aparatos como televisión, teléfono, computadora o tablet por ejemplo. Por cierto, luz que promueve inflamación y por lo tanto envejecimiento acelerado.
Otra de las estrategias de la nutrición moderna, es la terapia de frío, para mejorar la tolerancia al estrés, reducir la inflamación y potenciar la regeneración celular, claves para evitar el envejecimiento acelerado. La exposición regular a temperaturas frías activa la grasa parda, un tipo de tejido adiposo que aumenta la quema de calorías y la producción de calor interno. Entre los beneficios podemos mencionar:
Prácticas recomendadas incluyen duchas frías diarias, inmersión en hielo y exposición a temperaturas bajas en ambientes naturales.
Algo que tampoco podía faltar, es el tema de las frecuencias electromagnéticas. Estamos constantemente expuestos a campos electromagnéticos artificiales (EMFs) provenientes de teléfonos celulares, WiFi, torres de telecomunicaciones, dispositivos electrónicos y mucho más. Estudios recientes han vinculado la exposición crónica a EMFs con disrupción mitocondrial, inflamación sistémica y alteraciones del sueño, lo que acelera el envejecimiento celular.
Estrategias para reducir el impacto de los EMFs:
El envejecimiento saludable no es cuestión de suerte, sino de estrategia. A través de una alimentación carnívora rica en proteínas y grasas saludables, la optimización de la exposición solar, la luz roja, el frío y la reducción de la exposición a frecuencias electromagnéticas nocivas, es posible mantener la vitalidad, la función cognitiva y la fuerza muscular a lo largo de los años. No se trata solo de vivir más, sino de vivir mejor. La longevidad no es un objetivo lejano, sino una construcción diaria basada en decisiones correctas.