¿Te has preguntado alguna vez por qué personas con hábitos saludables siguen cansadas, sintiéndose inflamadas o con sueño irregular? ¿O por qué las nuevas generaciones, expuestas a pantallas, suplementos, y alimentación procesada, no logran mantener una energía sostenida?
Lo cierto es que, hace unos 600 años, las personas se cansaban menos, comían mejor, dormían mejor y se exponían mejor al sol.
La salud empieza en la luz y con la luz. Y si no enseñamos a nuestro cuerpo a vivir en sincronía con el sol, cualquier protocolo nutricional que impletemsos se quedará corto e incompleto.
El cuerpo humano es un sistema biológico guiado por señales del ambiente. Y la más importante de todas es la luz solar. El sol no solo regula la vitamina D, sino que actúa como un maestro del sistema nervioso, endocrino e inmunológico. Vivir sin luz natural, o peor aún, vivir bajo exposición permanente a luz artificial, genera una desconexión con los ritmos circadianos, desequilibra el eje hipotálamo-hipófis...
¿Y si los síntomas no fueran errores que hay que silenciar, sino señales que hay que traducir? ¿Y si la inflamación, el insomnio, la fatiga o los antojos no fueran enemigos, sino “códigos” inteligentes que el cuerpo usa para pedir un ajuste en el entorno?
Hemos normalizado interpretar todo lo que “incomoda” como un fallo que hay que apagar. Sin embargo, el síntoma no es el problema: es el lenguaje adaptativo de un cuerpo que aún intenta protegernos, incluso en medio del caos ambiental, emocional o energético del mundo actual.
La comercialización incorrecta de productos junto al abordaje igual de incorrecto de la sociedad, ha condicionado nuestras acciones en torno a la supresión de síntomas, más que a la interpretación. Se busca calmar el dolor, cortar la fiebre, detener la acidez, controlar la ansiedad, disminuir el colesterol, sin detenernos a entender por qué se está expresando eso. Esta forma de operar, profundamente mecánica y desconectada, nos ubica en un camino que va dire...
El ser humano ha aprendido a “resetear” casi todo: la alimentación, la productividad, la memoria, la longevidad. Pero ha olvidado el arte más simple, más ancestral, más profundo y más poderoso para regenerarse: dormir. No como acto mecánico, ni como obligación biológica. Dormir como medicina. Dormir como intervención terapéutica de primera línea. Dormir como código maestro que ordena al sistema nervioso, regula la expresión genética, coordina los relojes circadianos, detoxifica el cerebro y optimiza la inmunidad. El sueño no es una ausencia de actividad: es un mecanismo de inteligencia biológica en su máxima expresión.
Sin embargo, estamos viviendo una crisis global de sueño. La mayoría de personas duerme mal. Por ejemplo, estudiantes adolescentes o incluso estudiantes universitarios no cumplen los ciclos completos de sueño, población que, necesita dormir bien. Los trastornos del sueño están directamente relacionados con la epidemia de enfermedades neurodegenerativas, metabólicas, ...
¿Te ha pasado que aun comiendo bien, durmiendo ocho horas y haciendo ejercicio, la energía no regresa? Lo más probable es que no se trate de flojera, agotamiento ni de falta de motivación. Se trata, muchas veces, de algo mucho más profundo y silenciado: desincronización biológica.
La salud no es solo una cuestión de qué entra al cuerpo, sino de cuándo entra y bajo qué ritmo se vive. El cuerpo humano está diseñado para funcionar en sincronía con el entorno: la luz del sol, los ciclos del sueño, los tiempos durante el día y los horarios de comida, el movimiento físico y la variabilidad del sistema nervioso. Todo organismo responde a un reloj interno, regulado por ritmos circadianos, que organiza desde la temperatura corporal hasta la producción y ambiente hormonal, la digestión, el estado de alerta, la reparación celular, entre muchos otros. Cuando estos ritmos se rompen, el cuerpo deja de funcionar de manera eficiente, ocasionando falta de energía como uno de los síntomas o primersa se...
La calidad de tus relaciones puede interferir en tu salud mucho más que los alimentos que consumes… Durante mucho tiempo, la salud fue entendida como un fenómeno individual, aislado, casi mecánico: un cuerpo enferma, se diagnostica, se trata. Sin embargo, las investigaciones más recientes en neurobiología, epigenética, inmunología y psiconeuroendocrinología revelan algo que culturas ancestrales ya sabían: no hay salud plena si nuestros vínculos están rotos, distorsionados o desconectados. Las relaciones humanas; lo que sientes cuando convives, cuando te vinculas, cuando amas o incluso cuando sufres, impactan directamente sobre tus sistemas biológicos.
Los vínculos no son solo experiencias emocionales; son procesos biológicos compartidos. Cada vez que te sientes en peligro por un conflicto, que discutes con alguien que amas, que vives en un ambiente de crítica constante o que te aíslas por protección, tu cuerpo interpreta esa situación como un estado de alerta, o lo que es peor, co...
Si hoy apagáramos todos los dispositivos electrónicos a nuestro alrededor durante tan solo 24 horas, la mayoría de las personas no sabría qué hacer con su tiempo ni con su atención. Sentirían ansiedad, incomodidad, aburrimiento, incluso angustia. No porque necesiten el teléfono móvil como tal, sino porque han sido condicionadas a depender de él… ¿Te ha pasado? Esto, hace apenas 30 años no se miraba. Esta es una señal clara de un fenómeno que silenciosamente se ha vuelto parte de nuestra fisiología: la adicción digital.
La salud es más que comer bien; también implica revisar qué estímulos entran por nuestros ojos, cuánto tiempo pasamos frente a una pantalla y cómo esto afecta nuestro sistema nervioso, emocional, hormonal, inmunológico y metabólico.
Hoy vivimos expuestos a más información en un solo día que nuestros abuelos en toda su infancia. La velocidad de respuesta, la hiperconectividad constante y la imposibilidad de desconectar de la tecnología y de todo lo digital, se ha...
¿Alguna vez te has sentido con cansancio, sin energía o con hambre a altas horas de la noche, incluso cuando “aparentemente” estás comiendo bien y durmiendo suficiente? Esta sensación es más común de lo que creemos, y muchas veces no se debe a una falta de nutrientes o a un problema médico, sino a una desconexión con uno de los sistemas más importantes de nuestro cuerpo: los ritmos circadianos. Si hablamos de Nutrición Moderna, comprender y respetar nuestro reloj biológico es un pilar fundamental para recuperar salud, energía y longevidad, priorizando 3 puntos claves e importantes: cuándo comemos, cuándo dormimos y cuánta luz natural recibe nuestro cuerpo cada día.
La ciencia de los ritmos circadianos ha revolucionado nuestra comprensión del metabolismo humano. Estos ritmos son ciclos biológicos de aproximadamente 24 horas que regulan casi todos los procesos del cuerpo: la secreción hormonal, la temperatura corporal, la reparación celular, el sistema inmunológico, la digestión y la ca...
¿Te has preguntado por qué cada vez hay más niños con problemas de sueño, hiperactividad, ansiedad, intolerancias, alergias y baja energía? O… ¿Por qué un sistema nervioso tan joven parece ya agotado desde los primeros años de vida? En una época en la que contamos con más tecnología, más comodidad y más información que nunca, resulta paradójico ver que las generaciones más pequeñas parecen ser también las más enfermas. Y no se trata solo de genética o de suerte, sino más bien del entorno, de biología y de su propio ritmo y naturaleza, pero sobre todo, se trata de una desconexión total con las necesidades reales de un cuerpo en desarrollo.
La salud infantil debe verse de manera integral y no se debería limitar a contar macronutrientes en una dieta ni mucho menos a pensar únicamente en incluir todos los grupos de alimentos como la clave de una correcta alimentación. La salud de los niños debería abarcar lo que realmente estructura el bienestar de un niño: la forma en que duerme, come...
Durante los últimos años, el ayuno intermitente ha tomado fuerza de nuevo, tal cual como se hacía en la época de nuestros antepasados. Ganando cierta popularidad como estrategia para perder peso, mejorar la sensibilidad a la insulina, estimular la autofagia celular, potenciar la salud metabólica, y poner al cuerpo en estado de descanso y desconexión para reparar todo aquello que necesita reparar, entre muchos otros beneficios más. Sin embargo, siempre surge la duda de que si es una práctica ancestral tan buena, entonces debería ser practicado por los niños también.
En una actualidad donde los índices de obesidad infantil siguen aumentando al igual que ciertas condiciones en la salud como resistencia a la insulina por ejemplo, cada vez son más las familias que buscan estrategias efectivas para mejorar la salud de sus hijos.
En redes sociales y plataformas digitales no es raro encontrar recomendaciones para que los niños “desayunen más tarde” o se “acostumbren a comer menos vece...
En los últimos años, la conversación sobre alimentación saludable se ha expandido de forma acelerada. Cada día surgen nuevas dietas, protocolos, tendencias, retos virales, listas de “buenos” y “malos” alimentos. Se calcula que una persona promedio recibe entre 20 y 30 mensajes al día relacionados con nutrición. Sin embargo, paradójicamente, los índices de enfermedades crónicas asociadas a la alimentación: obesidad, resistencia a la insulina, ansiedad alimentaria, alergias o inflamación crónica, continúan en aumento. ¿Qué nos está faltando? ¿Por qué, a pesar de tener información al alcance de todos, seguimos sin poder resolver el problema?
La respuesta puede ser más profunda de lo que parece: el problema de fondo no es únicamente el alimento que se elige, sino el grado de desconexión que las personas (niños y adultos) tienen con su propio cuerpo. La desconexión con el cuerpo no es una condición clínica reconocida, sino algo que afecta la forma en que comemos, dormimos, sentimos hamb...