El consumo de comida procesada ha experimentado un aumento significativo en las últimas décadas, y la cadena de restaurantes de comida rápida como McDonald’s se encuentra en los primeros lugares de esa lista, especialmente al ser una de las cadenas de comida rápida más grandes y conocidas de todo el mundo. Sin embargo, a medida que su popularidad crece, también lo hacen las preocupaciones sobre los efectos de sus productos en la salud pública.
El estilo de vida “moderno”, marcado por una mayor demanda de facilidad en la adquisición de cosas, ha provocado un incremento en el consumo de comida rápida. McDonald’s, con su presencia global, ha sido clave en todo esto. El marketing, la publicidad y las estrategias tanto para atraer a nuevos consumidores como para retener a los consumidores ya existentes, es tan grande, que suele atraer y arrastrar al más pequeño, susceptible y más fácil de convencer de la familia: los niños. Así es, dichas estrategias se dirigen de manera desproporcionada a niños y adolescentes, fomentando hábitos alimenticios no saludables desde una temprana edad. En varios estudios, se ha demostrado que la exposición frecuente a publicidad de comida rápida está asociada con una mayor preferencia por alimentos de baja calidad nutricional.
McDonald’s ya se ha enfrentado a un aumento de críticas por la calidad nutricional de sus productos. En respuesta a dichas críticas, ha intentado implementar algunas mejoras, como ofrecer más opciones de ensaladas y fruta o lo que ellos llaman refrescos naturales. Sin embargo, las ventas de productos más saludables representan solo una fracción del total, ya que los productos principales, ricos en grasas malas, azúcares y calorías, siguen dominando el menú.
A finales del año 2022, un estudio del Journal of the American College of Cardiology sugirió que el consumo regular de comidas ricas en grasas saturadas y azúcares añadidos, como las que ofrece McDonald’s, podría estar relacionado con un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad prematura. Recientemente, en 2024, varios medios informaron que McDonald’s aumentó sus ventas de hamburguesas y papas fritas en Estados Unidos en más del 10%, lo que refleja una mayor dependencia de alimentos ultra-procesados entre la población. Esta tendencia ha llevado a expertos en salud pública a alarmarse sobre las repercusiones a largo plazo para la salud de los consumidores.
Por otro lado, en un reciente artículo, analizaron que los niños podrían estar incrementando su consumo de aluminio, al consumir los paquetitos de sal que ofrecen en McDonald’s. El aluminio es uno de los metales más comunes y se encuentra presente en muchos productos, desde cosméticos hasta productos alimenticios. Sin embargo, esto no significa que es un componente completamente inofensivo para la salud. De hecho, en niños con enfermedad renal se han observado enfermedades del cerebro y de los huesos causadas por los niveles altos de aluminio en el cuerpo. También se ha observado enfermedad de los huesos en niños que toman ciertos medicamentos que contienen aluminio. Por otro lado, algunos estudios han sugerido que la exposición a cantidades altas de aluminio puede causar enfermedad de Alzheimer.
Esos pequeños paquetes de sal que vienen con la comida de McDonald’s no solo contienen sal, sino que también contienen azúcar y “silicoaluminato de sodio”, un agente antiaglomerante que los niños no deberían comer, según el experto en toxicidad del aluminio Christopher Exley, Ph.D.
Exley, profesor de química bioinorgánica en la Universidad de Keele en Inglaterra, dirige un grupo de investigación sobre el aluminio, en donde expresó: “Realmente no existe tal cosa como el silicoaluminato de sodio. Sin embargo, esas personas inteligentes que trabajan para la industria del aluminio han logrado inventar todo tipo de términos para describir sus números E”. La Asociación del Aluminio creó un sistema de numeración para referirse a los diferentes tipos de aleaciones de aluminio y sustancias que contienen aluminio. El silicoaluminato de sodio es E554. “Entonces, E554”, dijo Exley, “es aluminosilicato de sodio y es un agente antiaglomerante: evita que los otros ingredientes se adhieran entre sí para formar grumos antiestéticos”.
De la misma manera, agregó que, al consumir dichos paquetitos de sal, podría aumentar significativamente la carga corporal de aluminio, es decir, la cantidad de aluminio a la que el cuerpo ha estado expuesto y está tratando de excretar. Su investigación muestra que el aluminio tiene un efecto bioquímico en el cuerpo que puede causar problemas de salud a largo plazo, incluidas enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer. Por otro lado, en 2004, un estudio patrocinado por el Centro Nacional de Ecotoxicología y Sustancias Peligrosas del Reino Unido descubrió que el consumo de aluminosilicato de sodio en los alimentos durante un período de dos años se asociaba con una “depresión ocasional del crecimiento” y una “ligera elevación del peso de los órganos”.
Lo alarmante aparte de todo esto, es que además del silicoaluminato de sodio en dichos paquetes de sal, también se enumeran estos otros ingredientes: Dextrosa (una forma de azúcar) y yoduro de potasio (un aditivo que se usa comúnmente en los Estados Unidos para prevenir las deficiencias de yodo, según el Instituto de Revisión de Materiales Orgánicos).