TDAH o “Trastorno de déficit de atención con hiperactividad” es un trastorno que en la mayoría de los casos suele ser diagnosticado en los primeros años de infancia, aunque también en la etapa adulta.
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo, que suele caracterizarse por dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo, entre otros.
Dicho diagnóstico ha ido en aumento en los últimos años, especialmente en Estados Unidos, lo que nos hace cuestionarnos cuáles son las causas y por qué hay más niños que tienen dificultades para prestar atención. Expertos afirman, que, desde la exposición a sustancias químicas hasta la salud intestinal, contribuyen a dicho problema de salud. Sin embargo, si nos enfocamos en los pilares de la Nutrición Moderna, sabemos que la baja o nula exposición a la luz natural o sol y mucha exposición a la luz artificial también podrían estar contribuyendo ante estos cuadros neurológicos.
En Estados Unidos, 1 de cada 9 niños de entre 3 y 17 años, o 7.1 millones, han sido diagnosticados con TDAH. Los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) describen el TDAH como un "problema de salud pública en curso y en expansión" y también revelan que alrededor de 1 millón más de niños habían recibido un diagnóstico de TDAH en 2022 que en 2016.
Expertos sugieren que factores estresantes relacionados con la pandemia de COVID-19, podrían estar impulsando el aumento de los casos de TDAH, al igual que las exposiciones tóxicas, entre otros.
Algunas estadísticas interesantes: En 2016, el 9.9% de los niños estadounidenses habían sido diagnosticados con TDAH. En 2022, esta cifra aumentó al 11.4%. En cuanto a la cantidad de niños, en 2022 había 6.5 millones. Entre ellos, el 77.9 % tenía al menos un trastorno coexistente, como ansiedad, depresión, discapacidad de aprendizaje o trastorno del espectro autista. Más de la mitad (53.6%) tomaba medicamentos para el TDAH, mientras que el 44.4% había recibido tratamiento conductual.
Según los autores de la nota: “El TDAH se considera una afección crónica y debilitante. Se cree que los niños con TDAH pueden tener una baja autoestima y un funcionamiento social deficiente, mientras que los adultos con TDAH a menudo experimentan una baja autoestima y un aumento de la autocrítica. También existen riesgos para la salud física. Las personas con TDAH tienen más probabilidades de desarrollar una dependencia de la nicotina, el alcohol, la cocaína y otras drogas, y tienen tasas más altas de obesidad, autolesiones y atracones”.
Por otro lado, continuando con la nota del autor, los padres con intolerancia química tienen más probabilidades de tener hijos con diagnóstico de TDAH. Los padres que sufren una alta intolerancia química, que describe una serie de síntomas que aparecen tras la exposición a moho, inhalantes químicos, alimentos y aditivos alimentarios, pesticidas, fármacos y otros productos químicos, tienen 2.1 veces más probabilidades de tener un hijo con TDAH y 5.7 veces más probabilidades de tener un hijo con autismo.
Los investigadores habían descubierto anteriormente una asociación entre la intolerancia química y los mastocitos, y sugirieron que "el aumento mundial del autismo y el TDAH puede deberse a que los tóxicos derivados de los combustibles fósiles y los biogénicos 'activan' o 'desactivan' epigenéticamente genes críticos de los mastocitos que pueden transmitirse de forma transgeneracional". Por otro lado, la exposición a insecticidas conocidos como piretroides en el útero o durante la primera infancia también se ha relacionado con retrasos en el desarrollo neurológico y problemas de conducta.
Muchos contaminantes ambientales están asociados con el TDAH. El bisfenol A (BPA) y los pesticidas, por ejemplo, pueden afectar los sistemas de serotonina y dopamina del cerebro, lo que lleva a cambios en el comportamiento y la función neurológica. Los pesticidas también pueden afectar el sistema colinérgico, que involucra al neurotransmisor acetilcolina. Este sistema es importante para el aprendizaje, la memoria y la activación muscular. Los metales pueden contribuir al TDAH al alterar la forma en que funcionan los canales de calcio, que son importantes para la liberación de neurotransmisores, en el cerebro, así como al afectar el receptor N-metil-D-aspartato, lo que puede llevar a problemas cognitivos y de comportamiento.
La exposición generalizada a los ftalatos, presentes en todo, desde los envases de alimentos hasta los productos de cuidado personal, también está poniendo en riesgo el desarrollo cerebral de los niños, según el Proyecto TENDR (Targeting Environmental Neuro-Development Risks), una colaboración de científicos, profesionales de la salud y defensores de los niños y el medio ambiente.
Por otro lado, y pieza clave en todo esto, los campos electromagnéticos son los “cigarrillos del siglo XXI” y la mayoría de las personas están expuestas a ellos las 24 horas del día. La mayor parte de la radiación se emite desde teléfonos celulares, torres de telefonía celular, computadoras, medidores inteligentes y Wi-Fi, por nombrar algunos. La exposición causa una disfunción mitocondrial grave debido al daño de los radicales libres. Entre las consecuencias más comunes de la exposición crónica a dichos campos electromagnéticos en el cerebro pueden estar las enfermedades crónicas como el TDAH.
El Dr. Martin Pall también descubrió un mecanismo previamente desconocido de daño biológico de las microondas emitidas por los teléfonos celulares y otras tecnologías inalámbricas a través de los canales de calcio dependientes del voltaje (CCVD) incrustados en las membranas celulares. Los CCVD se encuentran en altas concentraciones en el cerebro, y la investigación con animales ha demostrado que incluso niveles bajos de campos electromagnéticos de microondas pueden tener efectos significativos y variados en el cerebro. Los estudios sugieren que cuando estos CCVD son activados por los campos electromagnéticos, pueden provocar una variedad de efectos neuropsiquiátricos.
Al menos 26 estudios han vinculado los campos electromagnéticos con efectos neuropsiquiátricos, y se han utilizado cinco criterios específicos para demostrar que esta relación es causal, lo que significa que los campos electromagnéticos pueden causar estos efectos.
Por su parte, la exposición a múltiples vacunas en la infancia también puede estar implicada. El Dr. Paul Thomas, cuya licencia médica fue suspendida debido a su defensa del consentimiento informado con respecto a las vacunas, junto con James Lyons-Weiler del Instituto de Conocimiento Puro y Aplicado (IPAK), llevaron a cabo un estudio que comparaba la salud de los niños vacunados y no vacunados.
Sus hallazgos revelaron que los niños vacunados experimentaron casos significativamente más altos de diversos problemas de salud, incluidos problemas de comportamiento.
Según John-Michael Dumais de la revista The Defender: Si bien los científicos y los funcionarios de salud pública a menudo citan la predisposición genética como un factor causal del TDAH, Thomas dijo que la vulnerabilidad genética se relaciona más con una mayor susceptibilidad a toxinas como el herbicida glifosato y el aluminio en las vacunas. ‘Lo que algunos podrían llamar genético es simplemente un efecto tóxico de las exposiciones en el útero’ mencionó
El TDAH puede ser resultado de una flora intestinal alterada en los primeros años de vida. La composición de la flora intestinal al nacer y durante el primer año de vida también puede desempeñar un papel clave en el desarrollo de trastornos del desarrollo neurológico como el TDAH.
Por lo que, para proteger la salud cerebral en el útero y durante la primera infancia y más allá, es esencial tomar medidas no solo para mejorar la salud intestinal, sino también para evitar las exposiciones tóxicas, así como las frecuencias electromagnéticas “sucias”. La exposición al sol, así como ver amanecer y atardecer es clave en todo este proceso.
Referencia:
Mercola, J. 2024. Why Do 1 in 9 Children Now Have ADHD Diagnosis?. The Defender. https://childrenshealthdefense.org/