Expertos afirman que el Trastorno Afectivo Estacional se considera un tipo de depresión que ocurre de forma temporal y que se caracteriza por un patrón estacional recurrente según las estaciones del año. Dichas estaciones suelen ir relacionadas a la época entre otoño – invierno y verano. Si sigues las enseñanzas de nuestro Dr. Guillermo R. Navarrete y de Carlos Stro, ya sabrás por dónde van los tiros :)
En otras palabras, cuando el verano se acaba; el sol se va y por lo tanto estamos menos expuestos a la luz natural. Al ser época de frío, lo más lógico es pasar abrigados metidos en casa, viendo alguna maratón de Netflix. Si combinamos la exposición a la luz azul y la ausencia de luz natural, no es nada raro pensar que más padecimientos en la salud, desde una alergia o gripa común hasta una depresión, se hagan presentes… ¿Te hace sentido?
El Dr. Norman Rosenthal, profesor clínico de psiquiatría de la Facultad de Medicina en la Universidad de Georgetown, fue quien describió por primera vez el Trastorno Afectivo Estacional en 1984, explicando que: "por lo general, las depresiones se caracterizaban por los síntomas de hipersomnia, alimentación excesiva y antojo de carbohidratos, y parecían responder a cambios climáticos y de latitud".
Volviendo al concepto inicial, también se describen síntomas específicos para el trastorno afectivo estacional de patrón invierno y otros de patrón verano, pero esta vez, nos enfocaremos en los de patrón invierno. Muchos de los síntomas pueden incluir:
Hábitos de sueño no saludables
Aumento de peso
Tener poca energía
Emociones cambiantes, la mayor parte del día sentirse deprimido o triste
Sistema inmunológico débil, mayor riesgo a enfermedades
Ansiedad o ganas de pasar comiendo; especialmente azúcar y carbohidratos
¿Quiénes lo padecen? Podríamos considerar dos teorías:
Personas que tienen antecedentes de depresión o trastorno bipolar, son más propensas a desarrollar un trastorno afectivo estacional
Personas con poca o nula exposición a la luz natural (proveniente del sol). Si partimos del hecho que, personas quienes padecen este “trastorno” suelen tener actividad reducida de serotonina y está a su vez está regulada por la exposición al sol, cuando no hay sol, es común que nuestros “interruptores” estén apagados; por lo tanto, dan lugar a cualquiera de estos padecimientos.
Partiendo de todo esto, es nuestro deber entonces rescatar lo que nos ha traído hasta aquí: El sol y la importancia de la Vitamina D en nuestras vidas. Algunos factores que valen la pena mencionar:
Algunas investigaciones afirman que el Trastorno Afectivo Estacional suele ser más común en personas que tienen niveles bajos de Vitamina D.
La exposición al sol es 100% necesaria para (entre otras cosas) tener mejor absorción y asimilación de Vitamina D. La vitamina D a su vez, ayuda en muchos procesos bioquímicos, neurológicos y emocionales, incluidos el estado de ánimo y la salud mental.
Es un hecho que, no todos tienen la oportunidad de exponerse al sol como deberíamos, especialmente quienes viven en latitudes más al norte tendrán esta opción únicamente algunos meses durante el año. Si bien es cierto, la suplementación con vitamina D en estos casos podría ayudar, pero no siempre será la solución más efectiva. Por eso, antes de considerar la suplementación con vitamina D, es necesario evaluar cómo está la dieta diaria. Alimentos densos en nutrientes como carne, huevos y alimentos de mar, suelen jugar un papel primordial en todo esto.
Si miramos un poco más allá, la poca o nula exposición al sol no sólo afecta la absorción de vitamina D, también el ciclo de sueño y en el trastorno afectivo estacional mantener un ritmo circadiano sano es clave para su prevención o disminución de los síntomas.
Dicho ritmo circadiano se equilibra por medio de la exposición a la luz natural o al sol y a la oscuridad. En otras palabras, mientras es de día deberíamos hacer todas las actividades que nos requieren estar despiertos y cuando es de noche deberíamos llevar nuestro cuerpo a un estado de descanso, ayuno y desconexión. Dicho de otra manera, cuando no hay luz natural durante el día y cuando de noche le hacemos creer a nuestro cuerpo que es de día exponiéndonos a la luz artificial o luz azul, el ritmo circadiano se interrumpe; produciendo muchos de los síntomas que hablamos antes relacionados con el trastorno afectivo estacional.
Muchos de estos padecimientos se pueden prevenir y revertir, con el correcto abordaje de factores ambientales a los que estamos expuestos todos los días. El sol es vida y es momento de que empecemos a rescatar todas las prácticas ancestrales que nos han traído hasta aquí. Pierda el miedo a exponerse al sol y empiece a aprovechar todos sus beneficios.
Referencia:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3004726/?ref=tomecontroldesusalud.com
Instituto Nacional de la Salud Mental. Trastorno afectivo estacional. Departamento de Salud y Servicios Humanos, Institutos Nacionales de la Salud.
https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-afectivo-estacional