El consumo de productos ultraprocesados o, mejor dicho, las consecuencias en la salud a raíz del consumo de productos procesados han sido uno de los motivos más comunes para nosotros en la consulta.
Como nutricionistas del NutriTeam, sabemos que todos los seres humanos estamos bastante expuestos a este tipo de productos, pero más que eso; a la alta publicidad que hay detrás por lo que la demanda va cada vez en aumento.
Como siempre decimos a nuestros pacientes, no se trata de vivir dentro de una burbuja encerrados con tal de protegernos, sino más bien de entender cuál es el tipo de producto que tenemos frente a nosotros, la publicidad, marketing o campañas detrás y saber si en realidad lo necesitamos o no. La vida no se trata de ir esquivando todo eso, sino más bien de re-aprender a dar a los alimentos ancestrales el valor que se merecen.
Hay productos procesados que podríamos categorizar como “buenos”. Ejemplo de ello, un buen queso de vaca, de cabra o incluso de oveja. Los quesos no necesitan otro tipo de ingredientes más que la leche, cuajo o cultivos lácticos y sal. El proceso por el cual se producen (artesanal o no) también tiene mucho que ver, sin embargo, son productos procesados que podríamos “permitirnos” en nuestra alimentación diaria siempre y cuando sean bien tolerados. Caso muy distinto si hablamos de los cereales de desayuno, por ejemplo. Muchos de ellos son una mezcla de harinas, azúcar y aceites vegetales entre otros.
Otro claro ejemplo es el tocino, es un corte completamente limpio del cerdo y no necesariamente se categoriza como “ultra-procesado”, a diferencia de una caja de donas, unos wafles congelados o incluso sopas instantáneas, muy conocidas por contener ingredientes cangerígenos.
Hace poco, encontramos un artículo que habla sobre una revisión sistemática de casi 10 millones de participantes en el que se encontró que un mayor consumo de alimentos ultraprocesados estaba directamente asociado con un mayor riesgo de obesidad, enfermedades cardíacas, cáncer, deterioro cognitivo y muerte prematura, según un estudio publicado en The BMJ.
Una revisión sistemática realizada en 2024 confirmó lo que múltiples estudios han demostrado: cuanto mayor sea el consumo de alimentos ultraprocesados, mayor será el riesgo de sufrir resultados adversos para la salud. Dicho análisis de 2024, que incluyó 45 análisis agrupados únicos y 9.888.373 participantes, encontró asociaciones directas entre 32 parámetros de salud y la exposición a alimentos ultraprocesados.
Los resultados de salud incluyeron mortalidad metabólica, cancerosa, mental, respiratoria, cardiovascular, gastrointestinal y por todas las causas. Además, hubo una asociación directa entre una mayor cantidad de alimentos ultraprocesados y una mayor incidencia de mortalidad relacionada con enfermedades cardíacas y diabetes tipo 2. Los trastornos de ansiedad también estaban altamente correlacionados con la ingesta de alimentos ultraprocesados, así como la depresión.
La investigación fue preparada por un equipo internacional de Irlanda, Francia, Australia y Estados Unidos, en el que escribieron: "Estos productos se caracterizan por ser formulaciones industriales compuestas principalmente de sustancias químicamente modificadas extraídas de los alimentos, junto con aditivos para mejorar el sabor, la textura, la apariencia y la durabilidad, con una mínima o nula inclusión de alimentos integrales".
Un artículo de 2022 señaló que un producto alimenticio no es simplemente la suma de los nutrientes y que “las dietas humanas están incorporando progresivamente mayores cantidades de alimentos procesados industrialmente”. Según este estudio reciente y otros, esta creciente exposición está contribuyendo al aumento de las tasas de enfermedades crónicas en la población.
Algunas de las otras condiciones de salud asociadas con los productos ultraprocesados incluyen:
Como dato curioso, el Dr. Chris van Tulleken de 42 años, presentador de televisión de la BBC de “¿De qué estamos alimentando a nuestros hijos?” Tenía curiosidad sobre cómo afectan los alimentos ultraprocesados al cuerpo. En un mes, aumentó su ingesta diaria de productos ultraprocesados del 30% al 80% (lo que imita cómo come el 20% de la población del Reino Unido). Al final de cuatro semanas, experimentó una gran cantidad de cambios, entre ellos: mal dormir, acidez, ansiedad, lentitud, bajo lívido, sentimientos infelices, hemorroides (por estreñimiento), aumento de peso… "Me sentí 10 años mayor, pero no me di cuenta de que todo se debía a la comida hasta que dejé de seguir la dieta", le dijo van Tulleken a la BBC.
Como era de esperarse, la industria alimentaria rechaza la creciente evidencia de que sus productos pueden causar problemas. Los grupos industriales afirman que el procesamiento de alimentos aumenta la vida útil, lo que reduce el desperdicio de alimentos y reduce los costos. En una carta al Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., el Instituto de Tecnólogos de Alimentos escribió que los aditivos químicos están ahí para ayudar a garantizar la seguridad alimentaria "cuando los alimentos frescos no estén disponibles o no sean accesibles".
Queda muchísimo trabajo por hacer, así que lo mejor es empezar desde casa, desde uno mismo. Por aquí compartimos algunas de las recomendaciones para saber si incluir un producto procesado en el carrito del supermercado o mejor dejarlo:
Referencia:
Mercola, J. 2024. Studies of 10 Million People Find Ultra-processed Foods Linked to Serious Health Issues. The Defender. https://childrenshealthdefense.org/