¿Alguna vez te has preguntado porque cada vez hay más niños que presentan autismo?
El autismo, como muchos ya lo saben es una condición del desarrollo que afecta principalmente la comunicación, la interacción social y ciertos patrones de comportamiento. Al tratarse de un espectro, varía ampliamente en cómo se presenta y en la intensidad de sus síntomas, por lo que cada persona con autismo es única y puede experimentarlo de diferentes maneras, por lo que, el abordaje debería ser según cada caso.
Cada vez que a nuestra clínica vienen pacientes niños con autismo, nuestras recomendaciones siempre se enfocan en el cambio de hábitos en el hogar. Cambios como comer mejor, comer alimentos densos en nutrientes, eliminar el azúcar y productos procesados de la dieta, así como también procurar la exposición al sol y evitar la exposición a la luz artificial son estrategias que siempre van a ayudar de forma general.
Sin embargo, queremos aprovechar este espacio ya que una vez más, volvemos a encontrar nuevas publicaciones de que el autismo en niños no es sólo una condición neurológica.
Brian Hooker, Ph.D., director científico de Children’s Health Defense (CHD); Jeet Varia, Ph.D., miembro científico de CHD; y Martha Herbert, M.D., Ph.D., neuróloga pediátrica y neurocientífica, fueron coautores del informe, que está siendo revisado por pares con Development and Psychopathology, una revista de Cambridge University Press.
Los autores examinaron los hallazgos de 519 estudios para ilustrar cómo el trastorno del espectro autista (TEA) afecta a múltiples sistemas corporales, incluidos los sistemas inmunológico, digestivo y nervioso central.
Herbert, investigador del autismo desde 1995, dijo que la ciencia del autismo se ha vuelto “enormemente más rica” y que el TEA “ya no puede considerarse sólo un problema ‘psicológico’: es un problema de todo el sistema… que involucra a muchos sistemas que se influyen entre sí”. Ella y sus coautores también sostienen que la evidencia científica más reciente sugiere que el TEA está impulsado en gran medida por factores ambientales. Estos incluyen la exposición a toxinas en los alimentos, el medio ambiente, los medicamentos o los productos de cuidado personal.
De hecho, cada vez tenemos más exposición a este tipo de contaminantes y disruptores hormonales que debemos ser súper cuidadosos con los productos que traemos al hogar, tanto como productos de comida o de higiene y limpieza.
Los autores señalan que, aunque se han gastado más de mil millones de dólares en la investigación genética del autismo durante los últimos 10 años, los investigadores no han encontrado evidencia inequívoca de una causa puramente genética del autismo. "Aunque las diferencias genómicas pueden hacer que ciertas personas sean más vulnerables a desarrollar TEA", explicó Herbert, "hay claramente factores ambientales que juegan un papel enorme en el desarrollo del TEA".
Los autores escribieron en su informe: “Solo cuando comprendamos que el TEA no es genéticamente inevitable ni una tragedia genética, sino una catástrofe ambiental y fisiológica, podremos realmente comprender y abordar las causas fundamentales del dramático aumento de su prevalencia”.
Además añadieron: “El objetivo de ahora en adelante, no es solo apoyar y buscar la recuperación completa de aquellos a quienes se les diagnostica TEA, sino también cómo nosotros, como individuos, familias, comunidades y sociedad en la era contemporánea, podemos proteger de manera más efectiva a las generaciones futuras”.
Por otro lado, en su informe, los autores revisaron nuevas investigaciones que muestran que el cerebro y el sistema inmunológico se comunican entre sí. En décadas anteriores, los científicos no creían que el TEA estuviera relacionado con una función del sistema inmunológico menor o alterada porque el cerebro era "considerado como un sitio inmunológicamente privilegiado", escribieron. "Sin embargo, durante la última década, una evidencia creciente ha descubierto el papel del sistema inmunológico en la salud y el funcionamiento del istema nervioso central y la enfermedad".
"Ahora que sabemos definitivamente que el cerebro no es un órgano 'inmunológicamente privilegiado', es hora de abordar el autismo desde un punto de vista neuroinmune", añadió Hooker. Por otro lado, Varia señaló que hay muchas investigaciones que muestran cómo el sistema inmunológico y el microbioma intestinal se comunican entre sí. Eso significa que al menos tres sistemas corporales principales afectan al TEA: inmunológico, neurológico y digestivo. “Yo llamo al eje inmuno-neuro-microbiota el ‘triángulo mágico’”, dijo Varia. “Creo que es el ‘guardián’ no solo de la fisiopatología del TEA sino también de la salud y el bienestar fisiológico y psicológico ‘normal’ cotidianos”.
En su revisión, los autores sostienen que los tratamientos futuros para el TEA deben “ir más allá del paradigma médico reduccionista y de la ‘receta mágica’ actual”. Mencionan que los medicamentos farmacéuticos tienen su lugar en la sala de emergencias, pero generalmente hacen más daño que bien para tratar enfermedades como el TEA. “No existe una ‘bala mágica’”, enfatizaron. Sin embargo, muchos médicos modernos a menudo usan medicamentos farmacéuticos como si fueran una bala mágica que puede eliminar la causa o el síntoma de una enfermedad.
Los autores añadieron que los tratamientos más holísticos, incluidas las “modalidades terapéuticas no farmacológicas, nutricionales y botánicas”, para abordar los síntomas del TEA han demostrado ser prometedores.
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